Carlos Ramos Simón
La historia transcurre en la ciudad de Melilla, más
concretamente en uno de sus cuarteles, y posteriormente en las Islas
Chafarinas, unos pequeños islotes a no más de 30 millas náuticas de la costa
melillense. En ella, el protagonista, Jaime, es un cabo al que le quedan tres
meses de mili y que ocupa el cargo de oficinista.
A raíz del aparente suicidio del soldado Júdez, que
se lanzó desde lo alto de la torre de la Mezquita, Cidraque, otro de los
protagonistas de la historia, un hombre muy inteligente y astuto, recibió el
encargo de investigar qué ocurría en el cuartel. Al suicidio, un día más tarde
tuvieron que sumar otra muerte, la de Moliner, al parecer por sobredosis.
Sobredosis como Júdez, porque posteriormente se descubrió que se había
inyectado una heroína de muy baja calidad, adulterada más bien.
Cidraque utilizó su astucia para persuadir a Jaime y
conseguir que le prestara su ayuda en las investigaciones que debía realizar.
Finalmente, Jaime se prestó y ambos hicieron una visita a Melilla, a un bar
donde al parecer, se movía cualquier cosa que pudiera moverse en la ciudad. Al
no conseguir mucha información, Cidraque marcha hasta La Cañada de la Muerte,
una de las zonas con más movimientos de droga y Jaime decide quedarse a leer un
periódico. Casualidades de la vida se encuentra con Hassan, un marroquí de
apenas 10 años de edad al que el día anterior le había salvado de una brutal
paliza por parte de la policía. Gracias a él, descubre que el negocio de la
droga en Melilla se mueve en la Lavandería Moderna.
Ese día no iba a acabar bien, pues por la noche, el
Capitán Gayarre se iba a deshacer, en defensa propia (en principio) del soldado
Villalba. Tras esta muerte, el Capitán Contreras comunica a Cidraque la orden
de abandonar sus investigaciones, algo que acepta no sin dudar del porqué. Tras
conocer a la hermana de Villalba, mujer de la que se enamora, decide retomar el
caso, esta vez por su cuenta y con la ayuda, de nuevo, de Jaime. Al día siguiente, en el hospital descubren que
Moliner y Júdez habían consumido una droga repleta de veneno, lo que confirma
la teoría de que fueron asesinados. Al regresar al cuartel se disponen a buscar
cualquier tipo de archivo que relacione a Gayarre y Contreras, y lo encuentran:
las Islas Chafarinas. Allí había algo que unía a los dos capitanes, aparte del
negocio de la Lavandería Moderna del cual eran dueños.
Ambos parten al día siguiente hacia Chafarinas, en concreto hasta la isla Isabel II, la única habitada con la idea de descubrir todo el negocio que había montado. Y en ello se volcaron junto a dos amigos de Jaime, León y Bereci. Antes, recibieron la noticia de que Elisa, la mujer de Contreras había sido hallada muerte en su domicilio. Al caer la madrugada, descubrieron que Contreras abandonó su habitación y se introdujo en una serie de galerías ocultas que llevaban a otra de las islas por debajo del mar. Allí se produjo el intercambio, heroína por dinero. De repente apareció la Guardia Civil y comenzaron los disparos. Por supuesto, los narcotraficantes huyeron, y la noche no pudo ir peor para el protagonista pues sus amigos León y Bereci perdieron la vida, al igual que Contreras. Cuando Jaime emprendió la marcha hacia el cuartel descubrió que Cidraque había cogido el maletín con la droga, y que ése había sido su objetivo desde el principio. Sin pensarlo dos veces, cuando se encontró en los túneles con él, Jaime lanzó dos granadas que encontró en la superficie haciendo que el mar Mediterránea penetrara en las galerías y consiguiendo que Cidraque se perdiera en lo profundo del mar. Él, por suerte, consiguió salvarse.
Si he de hacer una crítica, he de ser sincero. Este
libro ya lo leí cuando iba al instituto, no recuerdo si tenía 15 o 16 años,
pero sí recuerdo que me apasionó. Tiene una historia que parte, al parecer, de
la nada, y poco a poco se va complicando hasta el punto de que no sabes que
ocurrirá cuando pasas la página. Si bien es cierto que al releerlo para el trabajo me
llevé una profunda decepción. No era muy creyente en las diferencias entre literatura
juvenil y adulta, y tras esta lectura tengo que dar un paso atrás en mis
creencias, y confirmar que sí, las diferencias existen y son claras.
El lenguaje, las expresiones, la forma de contar los
hechos, las separaciones entre capítulos es, en mi opinión, muy apta para
adolescentes que están finalizando la ESO y adentrándose en Bachillerato. A
quien más quien menos le gustan las historias de intriga o espías, y tratándose
temas de drogas, homosexualidad y amistad, resulta muy interesante para chicas
y chicos de esas edad. Quizá es cierto que no sea de total actualidad, la mili
es cosa del pasado pero por esa regla de tres, si solo leyeran cosas de hoy en
día nadie sabría que fue la Guerra Civil, por ejemplo.
Me parece muy adecuada también la evolución de los
personajes, así como los detalles que da de cada uno de ellos, creo que ayuda a
situar al lector en la obra, como también lo hace las continuas descripciones
que hace de los lugares en los que se desarrolla la historia. Por último, decir que sin ser una de las obras
maestras de la Literatura Juvenil de nuestro país, sí que es muy adecuada para
tratarla en las aulas, por los temas y la trama que hace que el lector quiera
seguir pegado al libro.
Fernando Lalana (24/02/1958, Zaragoza) se considera
a él mismo un escritor de literatura infantil y juvenil. Desde que arrancara su
aventura literaria ha escrito más de 100 obras entre las que hay que
destacar “El zulo” o “A contraluz”, su
última obra con la que se ha sumergido en el mundo del erotismo. Fernando ha sido merecedor de numerosos galardones
como el Premio Cervantes Chico, el Premio Barco de Vapor o uno de los más
prestigiosos del país, el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
La obra sobre la que trata este trabajo, “Morirás en
Chafarinas”, fue publicada en primera edición en febrero de 1990 por Ediciones
SM, en Madrid.
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