jueves, 14 de enero de 2016

Cartas de Invierno de Agustín Fernández Paz



Cartas de invierno es una novela juvenil de terror escrita por Agustín Fernández Paz (Vilalba, 1947), ganadora del Premio Rañolas de literatura juvenil e infantil. Fue publicada por la editorial Edicións Xerais en 1995 en su idioma original, el gallego. Las diferentes ediciones en español (recientemente se ha publicado la 28ª) han sido elaboradas por la editorial Ediciones SM. Consta de 89 páginas.

La novela comienza presentando a Teresa Louzao, quien, tras varios meses sin noticias de su hermano Xavier, novelista de prestigio internacional, recibe una carta en la que él mismo anuncia la posibilidad de su propia desaparición o muerte en extrañas circunstancias. En caso de no recibir noticias suyas, le dice, debe acudir a Vigo en busca del inspector Soutillo y entregarle un sobre cerrado que, por su propia seguridad, ella no debe abrir.

Sin embargo, preocupada por su hermano, Teresa no puede resistir la tentación y abre el sobre. En su interior encuentra una serie de cartas y unas fotografías extrañas que Adrián Novoa, un reconocido pintor gallego y amigo íntimo de Xavier, envió a su hermano durante la estancia de éste en otro país.

En sus cartas, Adrián narra los distintos misterios a los que se enfrenta cuando, tras una extensa carrera como pintor en el extranjero, decide mudarse a su Galicia natal en busca de nueva inspiración para iniciar una nueva etapa artística. Novoa comenta su intención de volver a su tierra a su gran amigo Xavier, quien, bromeando, le muestra un anuncio en un periódico: “VENDO casa embrujada, absténganse curiosos y bromistas”.

Entre risas,  Louzao reta a su amigo a hacerse con ella y éste acepta. Lo que en otras circunstancias habría sido una mera anécdota, se convierte en una realidad y Novoa compra la vivienda. Nada más mudarse, comienza una relación entre ambos: La casa despierta sus misterios y trata de comunicarse con su morador, quien se siente inspirado, aterrado e incapaz de no acudir a su llamada.

Pese a su final irresoluto que, sin duda, dividirá a los lectores y a la breve mención a una historia de amor prescindible, el hecho de que la obra esté escrita en género epistolar ayuda a que el lector se sumerja en el suspense y que lo viva en primera persona. Las cartas van desvelando poco a poco los extraños acontecimientos a los que sus protagonistas se enfrentan en un lenguaje claro y sencillo, propio de las cartas amistosas, lo que dota a la novela de gran verosimilitud, muy difícil de conseguir en este género. Esta verosimilitud que, personalmente considero es el gran rasgo fundamental que toda buena obra de terror debe alcanzar para lograr su finalidad, se muestra también en las reflexiones de Novoa al enfrentarse a acontecimientos sobrenaturales: Dudas sobre su propia cordura, obsesión y miedo son elementos con los que el lector se identificará fácilmente.


Por otro lado, el autor logra describir magníficamente en pocas páginas los paisajes gallegos y la magia de esa tierra céltica. Como no podía ser de otra manera, un relato así solo podía ocurrir en la tierra de las meigas.

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