jueves, 14 de enero de 2016

"Cartas de invierno" Agustín Fernández Paz


Nazaret Huélamo Ramírez

RESEÑA: CARTAS DE INVIERNO


Teniendo como escenario una tierra húmeda y solitaria, Agustín Fernández Paz narra una historia de misterio que mantiene al lector enganchado desde que lee las primeras líneas. Con tanto solo 89 páginas de espacio y utilizando el género epistolar, el autor es capaz de crear un micromundo literario (Doroña-Vilamaior) cuyos personajes se ven envueltos en una misteriosa investigación que tiene como foco una casa encantada.



La obra consta de tres personajes importantes: Adrián (prestigioso pintor), Xavier (escritor de renombre) y Teresa (hermana de Xavier). Este último personaje, será clave en el desarrollo de la historia; pues, Teresa es el destinatario de las cartas de Xavier, en las que también encontrará las que Adrián le mandaba a su hermano. Además, un rasgo a destacar es que Cartas de invierno tiene una estructura circular, comienza y termina de la misma forma: con Teresa. Los tres protagonistas se encuentran en un ambiente lleno de oscuridad y miedo, reflejado por una casa antigua construida por unos indianos en una época muy lejana, lo que acentúa todavía más ese aire de terror en el que está impregnada toda la historia.


           El punto de partida de la obra es la intriga que le suscita a Teresa un sobre que le ha llegado de parte de su hermano, en el que le da unas instrucciones fehacientes de lo que tiene que hacer si él -pronto- no la llama. Como es lógico, la protagonista no aguanta las ganas de saber el contenido de las cartas y es aquí cuando comienza la verdadera historia. De la misma forma en que Teresa va descubriendo el enigma de todas las cartas lo hace también el lector, compartiendo el mismo tiempo mediante la lectura.


          Adrián y Xavier son dos amigos de la infancia que se hicieron la promesa de reencontrarse cada verano, estuvieran donde estuvieran y pasara lo que pasara. Lo que parecía uno de sus encuentros habituales cambió sus destinos para siempre. Adrián, pintor reconocido mundialmente, quería dejar su vida cosmopolita en Berlín y volver a sus raíces gallegas; así, de alguna manera, podría ahondar profundamente en sus vivencias y crear una nueva serie de pinturas. Xavier –aprovechando que gozaba de esta información- bromeó con la idea de que Adrián comprase una casa que venía en el periódico bajo el rótulo de “encantada”. Una vez que Adrián volvió a Alemania, olvidó la idea de la casa, pero un día encontró el pequeño fragmento donde aparecía el anuncio. Sin pensárselo dos veces, llamó al teléfono y terminó comprando la casa. A partir de aquí, Adrián va a escribir de forma regular a Xavier, contándole cada movimiento que da, esperando una contestación. Sus ilusiones se frustran cuando no halla respuesta alguna de su amigo, pues éste se ha ido al extranjero por motivos de trabajo.

En cada una de las cartas, se pone de manifiesto la evolución que sufre el personaje de Adrián, cómo se va instalando en la maravillosa casa y cómo termina por quedar atrapado. El lector puede llegar a sentir la desesperación que llega a sufrir el personaje cuando no sabe si las cosas que ve y le ocurren son producto de su imaginación o si, por el contrario, son reales. La certeza llega a la vida del protagonista cuando encuentra un libro de grabados en la buhardilla, en el que presta fiel atención a uno en concreto, ya que le suena de algo pero no sabe exactamente de qué. Pronto se resuelve este pequeño misterio, la chica que mira por la ventana lo hace desde una de las estancias de su propia casa. Su desasosiego crece al descubrir que el grabado cambia, la mujer que se encuentra en él varía de posición y en una de las ocasiones le mira fijamente. Adrián no duda en hacerle fotos para cerciorarse de lo que ve cada vez que mira el grabado. Todas las fotos se las envía junto a las cartas a Xavier. La situación se agrava cuando Adrián no puede dejar de pensar en lo que ocurre en la casa, para él todo ese halo de misterio que rodea su vida tiene que resolverse, es un imán. Así pues, pone en marcha sus planes, y descubre en la cocina una especie de habitación oculta igual a la del grabado. Esta habituación contenía una cripta oculta de la que Adrián jamás volvería a salir, por su deseo de salvar a la muchacha del grabado.

Cuando Xavier vuelve a su casa, se encuentra con una notificación de correos, pues tiene mucha correspondencia y tiene que ir a recogerla. Cuando descubre las cartas de su amigo, no duda en visitar el pueblo e ir al bar donde su amigo le había pedido que fuera si no había obtenido noticias de él. Xavier encuentra la casa, pero no descubre –para sorpresa del lector- ninguna habitación. Pronto encuentra el grabado y ve lo que unos días atrás veía su amigo, ahora desaparecido. Cuando decide ir a la cocina, ve que una parte está recién pintada y con ayuda de unas pocas herramientas decide romper la pared y descubrir así, lo que Adrián le había contado en sus cartas. Halla la cripta, pero lo que no espera encontrar es la mirada de una especie de hombre, una mirada conocida que le indicaba que se fuese de ese lugar. La amistad que les unía hizo que Xavier volviese a la instancia, no sin antes escribirle a su hermana una carta de despedida junto con todas las averiguaciones de Adrián y lo que él había visto. Xavier volvió para acabar con todo aquello, y lo hizo a base de fuego.

El libro concluye de una forma sorprendente, que tal vez no es la que esperaba el lector, ya que no se desvela todo el misterio por completo. Teresa va a la casa acompañada del comisario de la zona (como se lo había ordenado su hermano), pues se había hecho eco del incendio. Allí no encuentran nada, ni siquiera la existencia de una cripta. Teresa se hace una serie de preguntas, pensando tal vez si hubiese sido una broma de su hermano y su compañero de niñez, pero pronto desecha la idea. Vuelve al escenario del incendio y dejándose llevar por el bosque que rodeaba la casa, acaba por encontrar el libro con el mismo grabado. Teresa sabe lo que tiene que hacer: quema el libro y con él la maldición.

Esta obra puede tener como receptor tanto un público adolescente y juvenil como uno más adulto, pues lo que atrapa verdaderamente es el argumento; tan sencillo y fácil de leer, que sin apenas quererlo, te engancha a la lectura de una forma ferviente. Agustín Fernández Paz juega de una forma excepcional con el tema del misterio, desvelando en cada capítulo lo necesario para que se quiera continuar con el siguiente. Además, la forma en la que está escrita invita a la lectura, el género epistolar tiene la característica de la rapidez y es algo que los adolescentes reclaman a la hora de leer un libro. Por estas razones, recomendaría la lectura de Cartas de invierno, a pesar de que el final no desvele todos los misterios que envuelven a la historia; pues ¿qué pasó realmente con Xavier y Adrián una vez en la cripta? ¿Quién era la mujer del grabado? ¿y el monstruo? Son preguntas que no tendrán respuesta, pero lo que sí encontraremos en esta novela es  un mundo en el que la magia es posible, en el que los monstruos ocultan a niñas indefensas en casas encantadas, en el que los grabados pueden moverse y cambiar de lugar, y en definitiva, un universo donde las maldiciones existen y rigen el destino de tres adultos.



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