Martín Gaite, Carmen. Caperucita en Manhattan, Ediciones Siruela, Madrid, 2000.
Carmen Martín Gaite (1925-2000) en Caperucita en Manhattan, nos presenta a
una Caperucita distinta a la del cuento tradicional de Charles Perrault o de
los hermanos Grimm. Con esta versión, nos encontramos ante una transposición
del cuento aplicado a la sociedad actual y situando la acción en la famosa
ciudad de Manhattan.
La historia nos presenta a una niña de diez años, Sara
Allen, que vive en el barrio de Brooklyn con sus padres. Su madre, Vivien, es
una mujer hogareña, tradicional y muy cauta con el mundo, que todos los sábados
se dedica a elaborar su deliciosa tarta de fresas para llevársela a la abuela
de Sara, Rebeca Little. A Sara le gusta acompañar a su madre en esos viajes
porque siente cierta fascinación por su abuela, cuyo carácter es totalmente
diferente al de su madre. Un día, sus padres se ven obligados a dejar a Sara al
cuidado de su vecina y ella decide escaparse para ver a su abuela y entregarle
la famosa tarta. En plena escapada, nuestra caperucita conoce a Miss Lunatic,
personaje que no aparece en el cuento tradicional, y que guía a Sara hacia el
camino de la libertad y la fantasía al regalarle una moneda mágica. Entonces,
aparece Mr. Woolf un empresario solitario y obsesionado por encontrar la mejor
tarta de fresa del mundo, que casualmente lleva consigo Sara. Para conseguir la
receta secreta, que se encuentra oculta en la casa de la abuela de Sara, Mr.
Woolf engaña a Caperucita y le concede el deseo de ir en su limusina pero por
el camino más largo. Así, el empresario consigue llegar antes a casa de Rebeca
para conseguir la ansiada receta. Cuando al fin Sara llega a casa de su abuela,
encuentra a ésta bailando felizmente con Mr. Woolf, por lo que decide volver a salir
para usar la moneda mágica que le regaló Miss Lunatic.
Si algo llama la atención tras la lectura de Caperucita
en Manhattan, es la caracterización de los personajes y cómo
están desarrollados. Se nos presentan figuras completamente opuestas como
Vivien y Rebeca. Por un lado, tenemos a Vivien, una mujer que se preocupa en
exceso del bienestar de su familia y que a diferencia de su hija Sara, carece
de imaginación y se conforma con lo que tiene. Por otro lado, tenemos a la
abuela Receba, que se muestra como una mujer independiente, coqueta y soñadora
a la que no le importan las normas sociales. Por estas razones, Sara siente más
curiosidad por la figura de su abuela y cada vez más hastío hacia su madre. En
el cuento, vemos cómo Rebeca anima a su nieta a disfrutar de su juventud y de
su libertad a través de la imaginación. Sara se siente más atraída por las
enseñanzas y consejos de su abuela, puesto que no quiere acabar como su madre,
haciendo todos los sábados la tradicional tarta de fresas.
Caperucita en Manhattan trata temas como el proceso de aprendizaje que sufren
los niños cuando pasan a la adolescencia, así como cuando experimentan
sentimientos de soledad o de sentirse incomprendidos. Sara tiene una gran
imaginación y si algo la define es su carácter soñador, prueba de ello es su
invención de las farfanías con palabras como miranfú. También vemos
una niña que no comprende el mundo de los adultos, como por ejemplo, la
relación que tienen sus padres. Tampoco le expresa sus preocupaciones y sus
sentimientos a su madre, quizás pensando que no la comprenderá, por lo que va
en busca de su abuela.
Pero sin duda, fundamentalmente trata el tema de la
libertad y la independencia. Nuestra Caperucita quiere huir del modelo familiar
en el que está viviendo para vivir sus propias aventuras. Un personaje clave
para llevar a cabo su huida y que influye de manera decisiva en Sara es Miss
Lunatic. Aparece como una especie de “hada”, para ayudar a la protagonista del
cuento y darle la llave que le llevará a su ansiado destino, la estatua de la
Libertad.
A lo largo de la obra hay varias referencias a otros
cuentos, como por ejemplo Alicia en el País de las Maravillas,
cuando Sara mete la moneda en la ranura del poste junto a la alcantarilla y
grita “miranfú” arrojándose al pasadizo que la llevaba a la Libertad. Este
final abierto, permite a los lectores crear sus propias interpretaciones e
imaginar cuál sería definitivamente el destino de Sara.
El libro me ha parecido un gran acierto de la autora,
ya que trata unos temas vitales para lectores adolescentes porque se pueden
sentir identificados con los sentimientos que experimenta la protagonista e
invitarles a la reflexión.
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