Anda lejos de pasar inadvertida a
críticos y lectores la plétora de comentarios que toman la obra infantil y juvenil
de Joan Manuel Gisbert[1]
como lugar central de la literatura literaria fantástica española,
perteneciente a la llamada "corriente renovadora" que impulsó el género
a partir de finales de los setenta. En efecto, el ambiente de interés por el
texto fantástico, goza de una enorme
acogida tanto en jóvenes lectores como adultos. Gisbert está convencido de la
capacidad creativa innata del ser humano y, a
través de su obra, asistimos a su mensaje:
“Había desafiado la lógica del curso de las cosas para
demostrar que la capacidad de invención del hombre no conoce apenas murallas ni
fronteras.” (pág.75)
Sin
duda, la obra que nos ocupa, cuenta con una importante significación si
atendemos a los elementos que introduce, como las ilustraciones, autoría del
diseñador Miguel Calatayud[2]; su transcendencia se hace
evidente no solo por la sencillez de su lenguaje sino también por el carácter
pionero e innovador en el ejercicio de conformación de una literatura juvenil
fantástica.
Escenarios fantásticos está
planteada en tres partes que conforman un mismo relato: “Jardines del dirigible”,
“La danza de las imágenes gigantes” y “El parque de atracciones del arco iris”.
En
la primera parte, “Jardines del dirigible”, contada en tercera persona, surge
un espejismo de una fábrica del siglo XIX que habían derribado. A continuación
conocemos a Demetrius Iatopec, un
domador de espejismos, que desde un ‘dirigible’ logra capturar el espejismo en
una inmensa burbuja de jabón; en la segunda parte, “La danza de las imágenes
gigantes”, el narrador ahora está en primera persona, Nathaniel Maris, un ‘periodista especializado en temas relacionados
con lo imaginario y lo fantástico’, que, apoyándose en unos ‘fragmentos del manual
de ingeniería fantástica’, del propio Iatopec, cuenta el fallido proyecto de
crear el ‘Gran Teatro Mundial de los Espejismos’; en la tercera parte, “El Parque
de Atracciones del Arco Iris” (narrado también en primera persona), Maris
explica su visita a un original Parque, un auténtico milagro de la imaginación,
que resulta ser el nuevo proyecto de Iatopec, amenazado ahora por un celoso
competidor.
La línea realidad-ficción se convierte en una
exigencia para el lector, un requerimiento enriquecedor y bienvenida a largo de
la lectura, con muchas sorpresas, escenarios sugerentes que ponen en juego la
imaginación de los lectores. Los objetos fabulosos dotados de propiedades
extraordinarias, descritos tan minuciosamente hacen que los lectores vean
realmente el objeto.
Para terminar, en palabras de Joan Manuel Gisbert[3]:
“Lo más importante es que tengáis siempre en cuenta
que cada uno de vosotros es un proyecto único en la historia del mundo. No
dejéis que nada lo estropee. A lo largo de vuestras vidas tendréis la
oportunidad de originar acontecimientos, obras, seres, momentos, creaciones que
sólo tendrán lugar si vosotros los hacéis posibles. Y no da igual que lleguen a
existir o no: cada cual ha de dar lo mejor de sí mismo en los actos de su vida.
Esa será su mayor gloria. Debe siempre orientarse y prepararse para ello. Así
dará más sentido y consistencia al hecho de vivir”.
[1] http://www.joanmanuelgisbert.com/
[14/01/16]
[2] Miguel Calatayud Cerdán es un ilustrador e historietista español,
nacido en Aspe (Alicante),
en 1942.
En el ámbito del cómic y por parte de sus teóricos, se le considera un autor aislado
e independiente o un precursor de la Nueva Escuela Valenciana. Como
ilustrador, ha recibido los premios más prestigiosos del sector. [https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Calatayud]
[3] Texto de la conferencia ofrecida por Rosa Huertas Gómez, en la Fundación
Caballero Bonald, de Jerez de la Frontera, el 21 de mayo de 2009, dentro del
Ciclo “La novela juvenil”, V Seminario Permanente, 2009).
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