martes, 12 de enero de 2016

Reseña: "Memorias de una Vaca", de Bernardo Atxaga



Francisco Javier Martínez Hernández
ATXAGA, Bernardo, Memorias de una vaca, SM, Madrid, 2005, 170 págs.
Memorias de una vaca, de Bernardo Atxaga, cuenta la historia de Mo, una vaca que, movida por una voz interior que le acompañará durante todo el relato, decide escribir sus memorias y plasmar en ellas todos los episodios y vivencias de su vida. Detrás de este llamativo título capaz de captar la atención de cualquiera se esconde una obra que nos presenta, a través de las memorias de la protagonista, sus vivencias durante los años finales y posteriores a la Guerra Civil, desde el momento de su nacimiento hasta el momento su vejez. Con Memorias de una vaca, el autor consigue incluir un tema bastante inusual en la literatura juvenil, como es el tema de la guerra, y más concretamente el de la Guerra Civil Española, bajo una perspectiva muy interesante y divertida al situar al lector en las profundidades de la mente de una vaca. Como resultado de estas memorias, Bernardo Atxaga nos presenta una obra sencilla y amena que consigue envolver al lector en una vorágine de reflexiones sobre nuestra propia naturaleza, siempre sin olvidar que nos encontramos ante la perspectiva de una vaca.

La amistad, la soledad, la inadaptación, la reflexión interior (muy conseguida mediante el uso del monólogo interior), el maltrato animal o la guerra son temas que podemos encontrar a lo largo de la obra y de la vida de Mo. En el relato la protagonista reflexiona desde el momento de su nacimiento sobre qué animal le hubiera gustado ser, sintiendo especial admiración por el caballo y el gato, animales que admira por su elegancia e importancia en el mundo. Sin embargo, su voz interior, a la que acaba bautizando como El Pesado por lo mucho que le habla, le convence de que ser una vaca es algo muy digno. De esta forma, Mo asume con orgullo su naturaleza de vaca, no sin debatirse constantemente para demostrarse a sí misma y a las demás vacas que ella no es una vaca tonta, pues como dice el refrán «no hay cosa más tonta que una vaca tonta». Podríamos considerar a El Pesado como un personaje que sigue a nuestra protagonista durante toda la obra, ya que se encuentra dentro de ella. Es su conciencia o ángel de la guarda, y con él se producen los momentos de reflexión. Esta personalidad tan reflexiva de la protagonista hace que el lector pueda encontrar rápidamente posibles paralelismos entre las cuestiones y sentimientos a los que se enfrenta la vaca, con situaciones reales que todo ser humano puede llegar a sentir o enfrentarse en la vida.

La sencillez del lenguaje que presenta la obra puede verse levemente ensombrecida por el uso de expresiones en francés por parte de Pauline Bernadette, una monja que se encarga de cuidar a Mo en sus años de vejez. No obstante, esto no hace que la lectura de la obra resulte complicada.

El carácter abierto del final de la obra puede abrir paso a diversas actividades de creación y composición. Pienso que en primero y segundo de la Educación Secundaria Obligatoria podría producirse una lectura provechosa de la obra, sin embargo, y a pesar de tratarse de una obra de literatura juvenil, la obra admite una lectura más adulta y reflexiva, por lo que es una lectura recomendable para cualquier persona. De esta forma, la obra puede tener dos lecturas: una dirigida a los lectores más jóvenes, centrada en la historia de la vaca, y otra dirigida a un lector más adulto, con una lectura más profunda, centrada en la crudeza de los acontecimientos que ocurren cerca de Mo, en el caserío de Balanzategui, lugar en el que pasa la mayor parte de los años de su vida y en el que transcurre la mayor parte de la obra.

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